sábado, 13 de octubre de 2012

Treballs Maria Guilera

Exercici 1:

Escriure un relat, poesia,conte etc. amb la frase tens la paraula.

TENS LA PARAULA : El Premi Maria Guilera
El Cap d’Informatius va dir que tingués paciència. Només feia un any que havia arribat a l’emissora i, malgrat el meu brillant expedient acadèmic, encara em quedaven moltes coses per aprendre dels Grans Mestres. Que tingués les orelles com antenes i estès disposada a fer el que calgués i a l’hora que fos. I paciència, va repetir-me. Ell premiava sempre l’esforç i el talent.
Han passat tres anys. He redactat els textos dels companys, he netejat la pols de les seves taules, he carregat els equips d’un lloc a l’altre, dues vegades he estat a punt de morir electrocutat mentre arreglava els equips de so.
I per fi, avui he trobat un correu que em convocava al despatx del Cap. Ja tinc el premi: podré opinar cinc minuts diaris. Lliurement, sense censura. El meu espai es dirà Speak Corner.
A la cantonada del soterrani m’han col·locat un calaix a terra per a que m’hi enfili.


Exercici 2:
Escriure un relat poesia,conte o assaig inspirant-se en aquesta imatge:

Ficción Maria Guilera
La besó. Delante de un público de ojos asombrados, la besó.
Cuando escuchó el clic del obturador, lentamente, sacó la hoja afilada de la cintura de ella y esperó a que los transeúntes siguieran su camino con el corazón alterado por la belleza del abrazo.
La arrastró hasta la esquina y la apoyó en el muro. Luego, sin prisas, junto a la falda almidonada, firmó en la pared, y en rojo, su obra.
Era un hombre a quien no le gustaban los aplausos.


Exercici 4:

Del llibre que estàvem llegint utilitzar com a disparador la primera frase o paràgraf de la pàgina 69.

Pag. 69
“El último encuentro” Sándor Marai
Se acercaron a la chimenea y se observaron con atención, con mirada de expertos, entornando los ojos como cegatos a la luz fría y centelleante de una lámpara de pared.
 
Se acercaron a la chimenea y se observaron con atención, con mirada de expertos, entornando los ojos como cegatos a la luz fría y centelleante de una lámpara de pared. 

Ella, atenta a cada uno de los imperceptibles movimientos de quien era la representación del peligro. Él, sintiendo en su piel el cosquilleo de los pelos al erizarse.

Las llamas pintaban en sus cuerpos sombras que desfiguraban su identidad, que alentaban la imaginación y acrecentaban el deseo en uno y el miedo en la otra.

Desde los enormes cuadros que colgaban en las paredes del salón, personajes adormecidos durante décadas parecían revivir gracias a la curiosidad que les suscitaba la escena.

El silencio era un velo de gasa finísima que podía rasgarse en cualquier momento. Olía a leña húmeda y a historia repetida.

Él esperaba; hacía uso de la mejor estrategia, con la sabiduría ancestral que le regalaba su genética y con el malinterpretado gesto de una sonrisa que, voluntariamente,  nunca podría dibujar.

Ella, inmóvil, medía la distancia que la separaba de la puerta y calculaba la velocidad necesaria para huir. Sabía que la victoria sería de quien moviese mejor su cuerpo. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Por qué había desafiado a su instinto, desobedecido a su naturaleza, buscado el límite?

Vencido por el fuego, un leño se desplomó provocando un manantial de chispas. Él giró su cabeza redonda, enderezó aún más las orejas, sintió el temblor de los finos bigotes.

Ella obedeció el resorte de sus pequeños músculos traseros y corrió veloz, bordeando la alfombra persa, su aliada, que enganchó fatalmente las uñas del verdugo y ralentizó su carrera.

Su pequeño corazón  bombeaba con fuerza. No miró atrás y alcanzó la salida.

 


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario